Ir al contenido

Diferencia entre revisiones de «Humanae vitae»

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Contenido eliminado Contenido añadido
Corrección
Etiquetas: Edición desde móvil Edición vía web móvil
Corrección
Etiquetas: Edición desde móvil Edición vía web móvil
Línea 16: Línea 16:
}}
}}


'''''Humanae Vitae''''' ([[latín]]: ''De la vida humana'') es una [[encíclica]] escrita por el papa [[Pablo VI]] y publicada el [[25 de julio]] de [[1968]]. Esta encíclica, publicada con el subtítulo ''Sobre la regulación de la natalidad'', define la doctrina de la [[Iglesia católica]] sobre el [[aborto inducido|aborto]], [[Método anticonceptivo|los métodos anticonceptivos]] y otras medidas que se relacionan con la vida sexual humana. Debido al hecho de que la encíclica declara ilícito todo tipo de control artificial de la natalidad,{{sfn|Cohen|1969|p=251}} su publicación resultó muy controvertida.
'''''Humanae Vitae''''' ([[latín]]: ''De la vida humana'') es la última y séptima [[encíclica]] escrita por el papa [[Pablo VI]], publicada el [[25 de julio]] de [[1968]]. Esta encíclica, publicada con el subtítulo ''Sobre la regulación de la natalidad'', define la doctrina de la [[Iglesia católica]] sobre el [[aborto inducido|aborto]], [[Método anticonceptivo|los métodos anticonceptivos]] y otras medidas que se relacionan con la vida sexual humana. Debido al hecho de que la encíclica declara ilícito todo tipo de control artificial de la natalidad,{{sfn|Cohen|1969|p=251}} su publicación resultó muy controvertida.


== Estructura ==
== Estructura ==

Revisión del 01:28 24 ene 2022

Humanae vitae
De la vida humana
Carta encíclica del papa Pablo VI
Sacerdotalis Caelibatus Redemptor Hominis
(de Juan Pablo II)
Fecha 25 de julio de 1968
Argumento Sobre el control de la natalidad
Encíclica número 7 de 7 del pontífice
Fuente(s) en latín, en español

Humanae Vitae (latín: De la vida humana) es la última y séptima encíclica escrita por el papa Pablo VI, publicada el 25 de julio de 1968. Esta encíclica, publicada con el subtítulo Sobre la regulación de la natalidad, define la doctrina de la Iglesia católica sobre el aborto, los métodos anticonceptivos y otras medidas que se relacionan con la vida sexual humana. Debido al hecho de que la encíclica declara ilícito todo tipo de control artificial de la natalidad,[1]​ su publicación resultó muy controvertida.

Estructura

  • Nuevos aspectos del problema y competencia del magisterio
    • La transmisión de la vida
    • Nuevo enfoque del problema
    • Competencia del Magisterio
    • Estudios especiales
    • La respuesta del Magisterio
  • Principios doctrinales
    • Una visión global del hombre
    • El amor conyugal
    • Sus características
    • La paternidad responsable
    • Respetar la naturaleza y la finalidad del acto matrimonial
    • Inseparables los dos aspectos: unión y procreación
    • Fidelidad al plan de Dios
    • Vías ilícitas para la regulación de los nacimientos
    • Licitud de los medios terapéuticos
    • Licitud del recurso a los periodos infecundos
    • Graves consecuencias de los métodos de regulación artificial de la natalidad
    • La Iglesia, garantía de los auténticos valores humanos
  • Directivas pastorales
    • La Iglesia, Madre y Maestra
    • Posibilidad de observar la ley divina
    • Dominio de sí mismo
    • Crear un ambiente favorable a la castidad
    • Llamamiento a las autoridades públicas
    • A los hombres de ciencia
    • A los esposos cristianos
    • Apostolado entre los hogares
    • A los médicos y al personal sanitario
    • A los sacerdotes
    • A los obispos
    • Llamamiento final

Resumen

La encíclica fue publicada el 25 de julio de 1968 por el papa Pablo VI.

Esta encíclica subraya que el matrimonio cristiano es válido solo bajo los fundamentos de la unión, el amor, la fidelidad y la fecundidad. Por ello, el acto conyugal no puede separar los dos principios que lo rigen: el unitivo y el procreativo. De esta forma, la Iglesia católica se opone a todo tipo de anticoncepción, sea cual sea su naturaleza. Aun así, cuando existen serios motivos, la encíclica propone como lícito el uso de los métodos naturales para espaciar temporalmente los nacimientos, limitando las relaciones conyugales a los períodos naturales de infertilidad de la esposa.

Además indica que "la interrupción directa de un proceso reproductivo que ya haya iniciado" va en contra de las leyes morales cristianas. El aborto, aun cuando sea para fines médicos, hay que excluirlo de forma absoluta al igual que la esterilización quirúrgica, aun cuando se trate de una medida temporal. De igual forma cualquier acción terapéutica que tenga como propósito prevenir la procreación es ilícita, incluyendo métodos químicos y aquellos que crean barreras físicas para evitar el embarazo. Sin embargo, la encíclica no condena los métodos que causan infertilidad como un efecto secundario, siempre y cuando la esterilización no sea lo que realmente se está buscando.

La encíclica reconoce que tal vez, las enseñanzas que intenta diseminar no serán aceptadas por todos, pero que la Iglesia católica no puede declarar ciertos actos como morales cuando en realidad no lo son. Luego, indica diversas consecuencias que podrían darse del uso de medios no naturales para el control de la natalidad: se abriría el camino para la infidelidad conyugal y la degradación de la moralidad, se perdería el respeto por la mujer que podría llegar a ser considerada como un mero objeto de placer, y se "permitiría" a algunos estados la posibilidad de intervenir en temas íntimos de la pareja. Algunos de los argumentos de la encíclica para estar en contra de los anticonceptivos, que según ella estarían en contra de la ley natural,[2]​ serían el excesivo poder que los métodos de control de natalidad supuestamente otorgan a las autoridades públicas, convirtiéndose en una herramienta de las que aquellas podrían «abusar»,[3]​ o bien una supuesta pérdida del respeto del hombre a la mujer derivada del uso de anticonceptivos, postura criticada por Cohen por no considerar en ningún momento el deseo sexual femenino.[3]

En la tercera parte, titulada "Directivas pastorales" el papa se dirige a diversos grupos para solicitar su apoyo. Pide a las autoridades públicas que se opongan a las leyes que deterioren las leyes naturales de moralidad pide que los científicos estudien mejores métodos de control natal natural, y hace un llamado a que los doctores, enfermeras, y sacerdotes para que promuevan los "métodos naturales" sobre los artificiales.

Papel de Juan Pablo II

La última sección de Humanae Vitae contó con una fuerte influencia del obispo de Cracovia, Karol Wojtyła, futuro papa Juan Pablo II. El obispo Wojtyła defendió la posición tradicional de la iglesia desde un punto de vista filosófico en su libro Amor y responsabilidad, publicado en 1960.[4]

Según se detalla en la biografía de Juan Pablo II escrita por George Weigel, Wojtyła había sido nombrado como uno de los integrantes de la comisión de Pablo VI. Sin embargo el obispo tuvo problemas ya que las autoridades comunistas de Polonia no permitieron que el obispo viajara a Roma para poder reunirse con el resto de la comisión.[5]

Luego de ser elegido papa en 1978, Juan Pablo II impartió una serie de catequesis durante las audiencias generales de los miércoles en el Vaticano que trataban sobre la teología del cuerpo. En dichas catequesis, Juan Pablo II detalló más a fondo las ideas que aparecieron en Humanae Vitae y en Amor y responsabilidad.[6]

Recepción

Su aparición suscitó un fuerte rechazo,[7]​ provocando que sus ideas fuesen rechazadas abiertamente por muchos grupos de católicos y especialmente los teólogos de liberación. [8]​ De hecho, dos días después un grupo de teólogos, liderado por el sacerdote Charles Curran que trabajaba en la Universidad Católica de América, publicaron una declaración que decía que la conciencia individual de cada católico debía de prevalecer en un dilema tan personal. Según Joseph Komonchak, en 1978, solo el 29% del clero bajo estaba de acuerdo con esta amoralidad de los métodos anticonceptivos artificiales.[9]

Dos meses después, un grupo de obispos canadienses publicaron la Declaración de Winnipeg (originalmente Winnipeg Statement), declaración que afirmó que aquellos católicos que no siguieran la encíclica (es decir, que emplearan anticonceptivos) obraban bien[10]​ siempre y cuando hubieran intentado previamente aceptar las directivas de la encíclica. Sin embargo, en 2008 un numeroso grupo de católicos canadienses pidieron a sus obispos que se retractasen[11]​ de dicha declaración. Por su parte, el papa Juan Pablo II respondió al argumento presentado por los obispos canadienses en las encíclicas tituladas Evangelium Vitae y Veritatis Splendor. En dichos documentos el papa reafirmó la Humanae vitae y aclaró que el uso de anticonceptivos artificiales no es una práctica aceptada por la Iglesia católica bajo ninguna circunstancia. La misma encíclica detalla el uso y la validez de la conciencia para determinar decisiones morales, incluyendo el uso de anticonceptivos.

Se ha querido reafirmar, además, el carácter interior de las exigencias éticas que derivan de esa misma ley y que no se imponen a la voluntad como una obligación, sino en virtud del reconocimiento previo de la razón humana y, concretamente, de la conciencia personal.

Además, esta encíclica ha sido criticada por las organizaciones que sostienen los métodos abortivos y anticonceptivos como herramientas para el control de la población y la lucha contra el sida.

Por otro lado, esta encíclica ha tenido apoyos de teólogos cristianos como Janet E. Smith,[12]Scott Hahn[13]​ y Mary Shivanandan,[14]​ además del fundador del Opus Dei, Josemaría Escrivá.[15]​ Según el escritor católico José Noriega, parte del Camino Neocatecumenal «ha acogido sin reservas» la encíclica.[16]

En 1969, un año después de su aparición, el filósofo estadounidense Carl Cohen criticó Humanae vitae por supuestamente impedir esta un control de la natalidad adecuado, creando la correspondiente superpoblación «miseria» en la sociedad de los países subdesarrollados que siguieran estos preceptos.[1]

Notas

  1. a b Cohen, 1969, p. 251.
  2. Cohen, 1969, pp. 251-253.
  3. a b Cohen, 1969, p. 261.
  4. Karol Wojtyła (2011). Amor y responsabilidad (3ª edición). Palabra. ISBN 9788498401882. 
  5. George Weigel (2000). Biografía de Juan Pablo II: testigo de esperanza. Plaza & Janés Editores. ISBN 978-84-01-37652-8. 
  6. Juan Pablo II (1996). Varón y mujer: Teología del cuerpo. Ediciones Palabra. ISBN 9788482390611. 
  7. Komonchack, 1978, pp. 221-222.
  8. https://www.youtube.com/watch?v=teTgCApKhxo
  9. Komonchack, 1978, p. 221.
  10. Canadian Conference of Catholic Bishops (Sep. 27, 1968). Canadian Bishops' Statement on the Encyclical "Humanae Vitae" (para. 17). Public statement.
  11. católicos piden a los obispos que se retracten de la Declaración de Winnipeg
  12. Janet E. Smith (1991). Humanae Vitae, a Generation Later. CUA Press. ISBN 9780813207407. 
  13. Scott Hahn, Regis J. Flaherty, ed. (2007). Catholic for a Reason IV: Scripture and the Mystery of Marriage and Family Life. Emmaus Road Publishing. ISBN 9781931018449. 
  14. Mary Shivanandan (1999). Crossing the Threshold of Love: A New Vision of Marriage in the Light of John Paul II's Anthropology. CUA Press. ISBN 9780813209418. 
  15. José Luis Illanes Maestre, ed. (2012). Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer. Rialp. pp. 387 y ss. ISBN 9788432142031. 
  16. Noriega, 2009, p. 30. «’accoglienza senza riserve della enciclica profetica di Paolo VI Humanae vitae da parte delle famiglie del cammino è stata una autentica testimonianza per l’intera Chiesa».

Bibliografía

Bibliografía citada
Bibliografía adicional

Véase también

Enlaces externos