Encendido Hamete en ira, quitó un bastón a un moro que pasaba al campo y dio un palo a David con que cayó en el suelo. Pareciole a don Felis que aquel era su amo y que, en fin, por buena o mala posesión comía su pan, demás de no haberle jamás maltratado de obra ni de palabra; y desviándole el palo al moro con que le iba a dar de segunda ira lo que faltaba para matarle, le dio una puñada en los pechos de las que él solía, con que le dejó por dos horas sin habla. Aquí acudieron multitud de moros, como a la mayor causa de atrevimiento que jamás habían visto; pero don Felis, sin querer tomar armas de piedras o palos con que le embistieron, a solas puñadas y mojicones hizo mayor defensa que pudieran con armas dieciséis hombres; al que cogía del cuello arrojaba de sí por largo trecho, y adonde caía se estrellaba; al que daba mojicón bañaba en sangre y le quitaba la vista de los ojos.Félix Lope de Vega y Carpio. Guzmán el Bravo. Página 30. 1624.