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Memoria histórica
La historia compartida entre Federico García Lorca y Emma Penella
La actriz española de teatro, cine y televisión Emma Penella (2 de marzo de 1931 - 27 de agosto de 2007) nació en el seno de una familia conservadora madrileña. Heredera del acervo artístico materno (su abuelo fue compositor y su tía, cómica), con tan sólo veinte años empezó a ganar reputación por sus papeles cinematográficos en Fedra, Fortunata y Jacinta, El verdugo, y sus interpretaciones teatrales en las obras de la época. Siendo septuagenaria, encontró sus más altas cotas de popularidad interpretando a Concha, una de las tres pensionistas más icónicas de la serie televisiva Aquí no hay quien viva.
Aunque parezca inverosímil, hay una historia que cruza los nombres de la actriz con el genial poeta Federico García Lorca, del que hoy se cumplen ciento veintitrés años de su nacimiento. ¿Qué nexo de unión tienen ambos?
Ramón Ruiz Alonso
Emma Penella es hija de Ramón Ruiz Alonso y Magdalena Penella Silva. Como se puede observar, el apellido de la actriz no es Ruiz sino Penella. Sus hermanas, las igualmente actrices Terele Pávez y Elisa Montés, tampoco conservan el apellido paterno: Terele optó por Pávez, segundo apellido de su abuela materna; Elisa eligió Montés en honor a El gato montés, la famosa obra compuesta por su abuelo Manuel Penella. ¿Qué razón explica la desvinculación taxativa de los nombres artísticos de las tres hermanas con el apellido de su padre?
Ramón Ruiz Alonso fue un destacado militante ultraderechista de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS), organización fascista fundada por Ramiro Ledesma. También fue miembro de Acción Obrerista, partido adscrito y rama sindical de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), y jefe nacional de reclutamiento y subjefe nacional de milicias de la JAP (Juventudes de Acción Popular).
Miembro de los grupos más activos y combativos del fascismo español, llegó a ser diputado en las Cortes entre 1933 y 1936 por la circunscripción de Granada. Simpatizante del ala más dura de la Falange, tras el golpe de estado franquista en 1936, fue responsable directo de la detención de Federico García Lorca, pasando a la historia como uno de los redactores de la denuncia que sentenció su cruel asesinato. Ian Gibson, que aportó los datos en su libro El hombre que delató a García Lorca, afirmó que se le conocía en la ciudad como el “ayudante del verdugo” debido a la predisposición que tenía a la hora de asistir a las ejecuciones de los condenados a muerte en 1936.
Apodado el “obrero amaestrado de la CEDA”, compaginó su activismo político con labores de propaganda. En Corporativismo, manual ideológico anticomunista de especial agresividad, se vislumbra su ojeriza hacia la izquierda y la República. Gracias a los investigadores lorquianos sabemos que tenía especial aversión a Federico García Lorca, al que llamaba “el poeta de la cabeza gorda”. Llevado por ese odio, la tarde del 16 de agosto detuvo al poeta por “estar al servicio de Rusia y de hacer más daño con su pluma que otros con la pistola”. A pesar de la resistencia de los Rosales, falangistas amigos del poeta que alojaban en su propia casa al autor de Poeta en Nueva York durante los momentos más tensos del conflicto civil, Ruiz Alonso consiguió trasladar a García Lorca hasta el Gobierno Civil. El resto es historia.
Penella, Pávez y Montés
Desconocemos en qué momento las hijas de Ruiz Alonso conocieron las páginas negras en las que se ubica la historia biográfica de su padre. Lo que sí parece incuestionable es que las tres actrices decidieron desvincularse tajante y conscientemente del apellido paterno. En una ocasión, Terele Pávez reconoció en un programa de Jesús Quintero que se había quitado el apellido de su padre “por vergüenza”. También lamentó “el dolor que durante veinticinco años le había causado ser hija del hombre a quien acusaban de ser responsable de la muerte de Lorca”. Nunca más nadie de la familia volvió a hablar del tema.
Ruiz Alonso, tras la noticia internacional del fusilamiento de García Lorca, quedó relegado de cualquier actividad pública. Preguntado por Lorca en 1956 por el escritor Agustín Penón y en 1967 por Ian Gibson, ofreció una versión de aquel suceso prácticamente idéntica en sendas entrevistas: se limitó a entregar a Lorca al Gobierno Civil. Cumplía órdenes y no tuvo responsabilidad en su asesinato. Una performance (según Gibson) memorizada para encubrir la realidad. Las entrevistas, cabe decir, fueron prohibidas por el régimen.
Ramón Ruiz Alonso huyó a Estados Unidos el año en que murió el dictador Francisco Franco. Tres años más tarde, en 1978, falleció. Su lápida en Madrid, contenedora de las cenizas del ex-diputado, recoge inscrito únicamente el nombre de Magdalena, su esposa, que había muerto en Madrid en julio de 1974. El nombre de sus hijas, como en el apodo artístico que decidieron escoger tras saber la responsabilidad de su padre en el asesinato de Federico García Lorca, brilla por su ausencia.
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Llenito de inexactitudes como ya he explicado por redes sociales.
Aqui: https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=10207748733132147&id=1108062793
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