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Mito de la creación

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Un mito de la creación es una historia sobrenatural mitológica-religiosa o explicación que describe los comienzos de la humanidad, la Tierra, la vida, y el universo usualmente como un acto deliberado de "creación" por una o más deidades.

Numerosos mitos de creación comparten varios temas similares a grandes rasgos. Motivos comunes comprenden el fraccionamiento y diferenciación de las partes del mundo a partir de un caos primordial; la separación de los dioses madre y padre; la elevación de la tierra de un océano infinito y atemporal; o la creación a partir de la nada.

La humanidad habría sido creada por Obatalá, mandado por Olofin y éste por Olodumare.

Unkulunkulu emergió del vacío y creó el primer hombre a partir de la hierba.

Los nahuas tenían varios mitos de la creación, resultado de la integración de distintas culturas. En uno de ellos, Tezcatlipoca y Quetzalcóatl se dan cuenta de que los dioses se sienten vacíos y necesitan compañía. Por ello necesitan crear la tierra. Existía solo un inmenso mar, donde vivía el monstruo de la tierra. Para atraerlo, Tezcatlipoca ofrece su pie como carnada y el monstruo sale y se lo come. Antes de que se pueda sumergir, los dos dioses lo toman, lo estiran para dar a la tierra su forma. Sus ojos se convierten en lagunas, sus lágrimas en ríos, sus orificios en cuevas. Después de eso, le dan el don de la vegetación para confortar su dolor. Y posteriormente se da a la tarea de crear a los primeros hombres.

Según otro mito conocido como "La leyenda del quinto sol", en el principio, todo era negro, sin vida, muerto. Los Dioses se reunieron en Teotihuacan planteándose la cuestión de quién tendría la carga de crear al mundo, para lo cual uno de ellos se tendría que arrojar a una hoguera. Dos de ellos fueron seleccionados como víctimas para tal fin.

Sin embargo el más fuerte y vigoroso, al momento de lanzarse a la hoguera, retrocede ante el fuego; por lo que el segundo, un pequeño dios, humilde y pobre (usado como metáfora del pueblo azteca sobre sus orígenes), se lanza sin vacilar al fuego, convirtiéndose en el Sol. Al ver esto, el primer dios, sintiendo coraje, decide arrojarse a la hoguera, convirtiéndose en la Luna.

Aun así, los dos astros siguen siendo inertes en el cielo y es indispensable alimentarlos para que se muevan. Entonces otros dioses deciden sacrificarse y dar el "agua preciosa" que es necesaria para crear la sangre. Por lo tanto, se obliga a los hombres a recrear eternamente el sacrificio divino original.Archivo:Calendario Azteca1.jpg

En el origen del mundo, tan sólo había un hombre y una mujer, sin ningún animal. La mujer pidió a Kaila, el dios del cielo, que poblara la Tierra. Kaila le ordenó hacer un agujero en el hielo para pescar. Entonces, ella fue sacando del agujero, uno a uno, todos los animales. El caribú fue el último. Kaila le dijo que el caribú era su regalo, el más bonito que podría hacerle, porque alimentaría a su pueblo. El caribú se multiplicó y los hijos de los humanos pudieron cazarlos, comer su carne, tejer sus vestidos y confeccionar sus tiendas. Sin embargo, los humanos siempre elegían los caribús más bellos, los más grandes. Un día, sólo les quedaron los débiles y los enfermos, por lo que los Inuits no quisieron más. La mujer se quejó entonces a Kaila. El la reenvió al hielo y ella pescó el lobo, enviado por Amorak, el espíritu del lobo, para que se comiera a los animales débiles y enfermos con el fin de mantener a los caribús con buena salud.

El mito de creación más conocido del área maya corresponde al expuesto en el libro sagrado de los Quiches, el Popol Vuh, sin embargo cada etnia maya posee sus propios mitos sobre la creación, e inclusive estos mitos pueden cambiar de pueblo a pueblo.

Sin embargo todos los mitos presentan una estructura similar (de hecho esta estructura puede ser observada en toda el área mesoamericana). Esta estructura corresponde a un míto cíclico de creaciones y destrucciones.De hecho según el Popol Vuh el mundo se encuentra en su cuarto ciclo, es decir ya pasaron 3 destrucciones anteriores. El primer ciclo corresponde a la creación de los animales, sin embargo estos faltos de sabiduría no adoraron a sus dioses, por lo que estos los destruyeron. La segunda y tercera creación corresponde a los hombres hechos de barro y hechos de madera, pero estos tampoco alaban a sus dioses, por lo que son destruidos también. Finalmente los dioses proceden a crear un 4 mundo, el de los hombres del maíz. Es por esto que los mayas dan tanta importancia a este producto.

Según el Popol Vuh, Tepeu y Gucumatz (el Quetzalcóatl de los aztecas) son referidos como los creadores, los fabricantes, y los antepasados. Eran dos de los primeros seres a existir y se dice que fueron tan sabios como antiguos. Huracán, o el ‘corazón del cielo’, también existió y se le da menos personificación. Él actúa más como una tormenta, de la cual él es el dios.

Tepeu y Gucumatz llevan a cabo una conferencia y deciden que, para preservar su herencia, deben crear una raza de seres que puedan adorarlos. Huracán realiza el proceso de creación mientras que Tepeu y Gucumatz dirigen el proceso. La Tierra es creada, junto con los animales. El hombre es creado primero de fango pero este se deshace. Convocan a otros dioses y crean al hombre a partir de la madera, pero este no posee ninguna alma. Finalmente el hombre es creado a partir del maíz por una cantidad mayor de dioses y su trabajo es completo.

Los pueblos Andes centrales entendían los orígenes de cada pueblo de manera aislada como apariciones divinas a partir de algún hecho natural conocido como pacarina. Particularmente, los incas del Cuzco creían que su pueblo surgió del cerro de Tampu Tocco (Leyenda de los hermanos Ayar).

Ver Tenten y Caicai

Antes de la actual humanidad vivían otros hombres. Un día Kai Kai Vilú, la serpiente marina decidió exterminarlos ahogándolos con el agua del mar. La serpiente buena Treng Treng Vilú, se compadeció de los hombres y los condujo a las montañas para salvarlos, asimismo hizo crecer el tamaño de estas a medida que Kai Kai hacía crecer el mar. El duelo entre estos dos espíritus fue largo y significó la muerte de muchos hombres, a quienes Treng Treng los convirtió en aves, peces y lobos marinos. Solo un puñado de hombres sobrevivió (los antepasados de los mapuches) y tras hacer un Nguillatún o ceremonia lograron aplacar a Kai Kai y luego poblar la tierra. Sin embargo ante sus maldades Treng Treng les envió erupciones de volcanes lo que los obligó a vivir en territorios más seguros donde están expuestos a los maremotos que les envía Kai Kai o les erupciones de Treng Treng.

El primer hombre, Adapa, era hijo del dios Ea, pero perdió la inmortalidad.

Una característica única de la cultura china es la relativamente tardía aparición en la literatura de los mitos sobre la Creación, que lo hacen tras la fundación del confucionismo, el taoísmo y las religiones populares. Las historias tienen varias versiones, a veces contradictorias entre sí. Por ejemplo, la creación de los primeros seres es atribuida a Shangdi, Tian (el cielo), Nüwa, Pangu o el Emperador de Jade.

En todo el Extremo Oriente y Oceanía, existía un dualismo cosmológico oponiéndose dos principios, por una parte la luz, el sol y el fuego, por otra parte la oscuridad, la luna y el agua. Generalmente, un pájaro representaba al primer principio. En China, se trataba de un cuervo. El pájaro solar es uno de los temas privilegiados de la dinastía Shang, la primera dinastía china cuya existencia se certifica por medio de la arqueología. Una serpiente, como un animal acuático, representaba al segundo principio. La madre de Shun, uno de los soberanos míticos de China, pertenecía al clan de la serpiente, y su padre pertenecía al clan del pájaro. Por lo tanto, Shun era resultante de la unión de los dos principios. Este mito ilustra también el totemismo de la antigua sociedad china, según el cual cada clan tenía un animal antepasado, así como la exogamia, que exigía que los esposos fueran provenientes de clanes diferentes.

Xie era el antepasado de Shang y su madre se llamaba Jiandi. Un día, fue a bañarse con sus sirvientes en el río de la colina oscura. Un pájaro negro (probablemente una golondrina o un cuervo) pasó llevando un huevo multicolor en su pico. Lo dejó caer. Jiandi lo tomó y lo puso en su boca, pero lo tragó por descuido. Tras esto, concibió a Xie. En este relato, se trata de una forma particular de la unión de los dos principios cósmicos, puesto que este mito hace intervenir por una parte al agua y a la oscuridad, y por otra parte un pájaro.

Shangdi (上帝), aparece en la literatura hacia el 700 a. C. o antes (la fecha depende de la datación del Shujing, el "Clásico de la Historia"). Shangdi parece tener los atributos de una persona, pero no se le identifica como creador hasta la dinastía Han.

La aparición de Tian (天), el Cielo, en la literatura presenta el mismo problema que Shangdi, dependiendo también de la fecha del Shujing. Las cualidades del Cielo y de Shangdi parecen unirse en la literatura posterior hasta ser adorados como una sola entidad (皇天上帝), por ejemplo en el Templo del Cielo de Pekín. La identificación de los límites entre uno y otro, todavía no ha sido resuelta.

Nüwa aparece en torno al año 350 a. C. Su compañero es Fuxi y a veces se los adora como los ancestros últimos de la humanidad.

Pangu aparece en la literatura no antes del año 200 de nuestra era. Fue el primer creador. Al comienzo sólo había un caos sin forma del que surgió un huevo de 18.000 años. Cuando las fuerzas yin y yang estaban equilibradas, Pangu salió del huevo y tomó la tarea de crear el mundo. Dividió el yin y el yang con su hacha. El yin, pesado, se hundió para formar la tierra, mientras que el Yang se elevó para formar los cielos. Pangu permaneció entre ambos elevando el cielo durante 18.000 años, tras los cuales descansó. De su respiración surgió el viento, de su voz el trueno, del ojo izquierdo el sol y del derecho la luna. Su cuerpo se transformó en las montañas, su sangre en los ríos, sus músculos en las tierra fértiles, el vello de su cara en las estrellas y la Vía Láctea. Su pelo dio origen a los bosques, sus huesos a los minerales de valor, la médula a los diamantes sagrados. Su sudor cayó en forma de lluvia y las pequeñas criaturas que poblaban su cuerpo (pulgas en algunas versiones), llevadas por el viento, se convirtieron en los seres humanos.

El Emperador de Jade ((玉皇), aparece en la literatura después del establecimiento del taoísmo. También se le representa como Yuanshi Tianzun (元始天尊) o como Huangtian Shangdi (皇天上帝).

Los primeros dioses convocaron dos criaturas divinas a la existencia, el macho Izanagi y la hembra Izanami, y les encargaron la creación de la primera tierra. Para ayudarles a realizar esto, se les dio a Izanagi y Izanami una lanza decorada con joyas, llamada Amenonuhoko (lanza de los cielos). Entonces, las dos deidades fueron al puente entre el Cielo y la Tierra, Amenoukihashi (puente flotante de los cielos) y agitaron el océano con la lanza. Cuando las gotas de agua salada cayeron de la punta de la lanza, formaron la isla Onogoro (autoformada).

Ellos descendieron del puente de los cielos e hicieron su casa en la isla. Ellos desearon unirse y así construyeron un pilar llamado Amenomihashira y alrededor de él levantaron un palacio llamado Yahirodono (la habitación cuya área es de 8 brazos). Izanagi e Izanami giraron alrededor del pilar en direcciones opuestas y cuando se encontraron, Izanami, la deidad femenina, habló primero con un saludo. Izanagi pensó que esta no era la manera apropiada, sin embargo se unieron de todos modos. Tuvieron dos hijos, Hiruko (infante del agua) y Awashima (isla de burbujas) pero fueron mal hechos y no se consideraron dioses.

Ellos pusieron a los niños en un bote y los embarcaron al mar, entonces les pidieron a los otros dioses una respuesta sobre lo que hicieron mal. Ellos respondieron que el dios masculino debió haber iniciado la conversación durante la ceremonia de unión. Así que Izanagi e Izanami se dirigieron alrededor del pilar una vez más, y esta vez, cuando se encontraron, Izanagi habló primero y su matrimonio fue entonces exitoso (Por lo cual este se considera un mito machista).

De esta unión nacieron el ohoyashima, o las ocho grandes islas de la cadena japonesa: Awazi, Iyo (posteriormente Shikoku), Ogi, Tsukusi (posteriormente Kyushu), Iki, Tsusima, Sado y Yamato (posteriormente Honshu)

Nótese que Hokkaido, Chishima, y Okinawa no fueron parte de Japón en los tiempos antiguos.

Ellos crearon seis islas más y muchas deidades. Sin embargo, Izanami murió al dar a luz al infante Kagututi (encarnación del fuego) o Ho-Masubi (causante del fuego). Ella fue enterrada en el monte Hiba, en la frontera de las viejas provincias de Izumo y Hoki, cerca de Yasugi en la prefectura de Shimane. Sumido en cólera, Izanagi mató a Kagututi. Su muerte también creó docenas de deidades.

Los dioses nacidos de Izanagi e Izanami son simbólicos sobre aspectos importantes de la naturaleza y la cultura, pero ellos son muchos para ser mencionados aquí.

El dios despedazado

La leyenda más antigua está contenida en el himno «Purusha sukta» (del Rig vedá, en el I milenio a. C.). Describe la creación del universo a partir de los remanentes de un gigantesco varón primigenio llamado Purusha (‘varón’) en una época muy antigua, en que se realizaban purusha medha (‘sacrificios humanos’).

El huevo cósmico

Posteriormente a la aparición del budismo (siglo VI a. C.) con su ajimsá (‘no violencia’), desaparecieron los sacrificios humanos (sólo quedaron los sacrificios de animales), y aparecieron nuevas leyendas que contradecían la leyenda original.

El universo emanó de un huevo cósmico Hiranyagarbha (‘útero de oro’). Del huevo nació Prayapati. (Este Prajapati más tarde —en la época puránica— fue identificado como el demiurgo Brahmá).

La flor de loto de Brahmá

Los Puranás (primeros siglos de la era vulgar) presentan varios procesos de creación.

Primero, en un rincón del infinito universo espiritual existe un «océano de causa [material]». Allí está acostada la más grande de las formas de Vishnú: Karanodakasai Vishnú (‘el Vishnú acostado [sayi] en el océano [udaka] de causa [karana]’). De su cuerpo emanan los universos (a veces se mejora este mito con la idea de que cada molécula del aire que respira es un universo finito).

Cada universo esférico está lleno de líquido hasta la mitad. Sobre ese océano está acostado otra forma de Vishnú, llamada Garbhodakasai Vishnú (‘el Vishnú acostado [sayi] en el océano [udaka] de causa [karana]’), acostado sobre la serpiente divina Ananta Shesha. En su ombligo se forma un lago, y sobre ese lago nace una flor de loto. Cuando la flor se abre, de ella nace el dios Brahmá de cuatro cabezas.

Brahmá con su mente crea el mundo plano (la Tierra) y todos los lokas (‘locales’ o ‘lugares’, planetas y estrellas visibles e invisibles en el cielo, donde viven los dioses y otros seres). El intervalo de «altura» de los planetas desde la Tierra es siempre el mismo (1.300.000 km). Su orden de cercanía a la Tierra es:

  1. Sol (1,3 millones de km)
  2. Luna (2,6 millones de km)
  3. todas las estrellas (5,2 millones de km)
  4. Venus (7,8 millones de km)
  5. Mercurio (10,4 millones de km)
  6. Marte (13 millones de km)
  7. Júpiter (15,6 millones de km)
  8. Saturno (18,2 millones de km)
  9. Los Siete Rishís u Osa Mayor (32,4 millones de km), en realidad las estrellas de esta constelación están a diferentes distancias entre sí, entre 274.000.000 y 5.193.000.000 millones de km de la Tierra. En la constelación no hay 7 estrellas sino 35.

El libro del Génesis relata la historia de cómo el dios Yahvé creó todo el mundo en siete días y al primer hombre Adán en el huerto del Edén; luego creó a Eva a partir de un hueso de Adán; la caída de ambos en desgracia (la culpa de la serpiente-Satán) por comer del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal; la historia de sus dos primeros hijos: Caín y Abel; la aparición de tribus y razas y el desarrollo de los pueblos; la historia de la Torre de Babel; el dios Yahvé castiga a la humanidad corrupta y malvada con un diluvio universal (salvando a Noé y a una pareja de cada especie animal).

El universo apareció por primera vez cuando Nammu, un abismo sin forma, se abrió a sí mismo y en un acto de auto-procreación dio nacimiento a An (dios del cielo), y a Ki (diosa de la Tierra), referidos comúnmente como Ninhursag.

La unión de An y Ki produjo a Enlil, el señor del viento, quien eventualmente se convirtió en el líder de los dioses. Después del destierro de Enlil de Dilmun (el hogar de los dioses) debido a la violación de Ninlil tenían un niño, Sin (dios de la Luna), también conocido como Nannar.

Sin y Ningal dieron a luz a Inanna (diosa del amor y de la guerra) y a Utu o Shamash (dios del Sol). Durante el destierro de Enlil, él engendró tres deidades del inframundo junto con Ninlil, el más notable de ellos fue Nergal.

Nammu también dio a luz a Enki o Abzu, dios del abismo acuático. Enki también controló el Me, los decretos sagrados que gobernaron las cosas básicas tales como la física y las cosas complejas tales como el orden y leyes sociales. Esto considera el origen de la mayoría del mundo.

Cierto mito afirma que el hombre creció de la tierra como una planta.

Ver mito de la creación en el judaísmo.

Los «mitos de origen» o «mitos de creación» representan un intento por hacer comprensible el universo en términos humanos y explicar el origen del mundo.[1]​ El relato más ampliamente aceptado del comienzo de las cosas tal como lo recoge la Teogonía de Hesíodo empieza con el Caos, un profundo vacío. De éste emergió Gea (la Tierra) y algunos otros seres divinos primordiales: Eros (Amor), el Abismo (el Tártaro) y el Érebo.[2]​ Sin ayuda masculina Gea dio a luz a Urano (el Cielo), que entonces la fertilizó. De esta unión nacieron, primero, los Titanes (Océano, Ceo, Crío, Hiperión, Jápeto, Tea, Rea, Temis, Mnemósine, Febe, Tetis y Crono), luego los Cíclopes de un solo ojo y los Hecatónquiros o Centimanos. Crono («el más joven, de mente retorcida, el más terrible de los hijos [de Gea]»)[2]​ castró a su padre y se convirtió en el gobernante de los dioses con su hermana y esposa Rea como consorte y los otros Titanes como su corte. Este tema de conflicto padre-hijo se repitió cuando Crono se enfrentó con su hijo, Zeus, que persuadido por su madre le desafió a una guerra por el trono de los dioses. Al final, con la ayuda de los Cíclopes (a quienes liberó del Tártaro), Zeus y sus hermanos lograron la victoria, condenando a Crono y los Titanes a prisión en el Tártaro.[3]

El pensamiento griego antiguo sobre poesía consideraba la teogonía como el género poético prototípico —el mythos prototípico— y le atribuían poderes casi mágicos. Orfeo, el poeta arquetípico, era también el arquetipo de cantante de teogonías, que usaba para calmar mares y tormentas en las Argonáuticas de Apolonio, y para conmover los pétreos corazones de los dioses del inframundo en su descenso al Hades. Cuando Hermes inventa la lira en el Himno homérico a Hermes, lo primero que hace es cantar el nacimiento de los dioses.[4]​ La Teogonía de Hesíodo no es sólo el relato sobre los dioses conservado más completo, sino también el relato conservado más completo de la función arcaica de los poetas, con su larga invocación preliminar a las Musas. La teogonía fue también el tema de muchos poemas hoy perdidos, incluyendo los atribuidos a Orfeo, Museo, Epiménides, Abaris y otros legendarios profetas, que se usaban en rituales privados de purificación y en ritos mistéricos. Hay indicios de que Platón estaba familiarizado con alguna versión de la teogonía órfica.[5]​ Unos pocos fragmentos de estas obras se conservan en citas de filósofos neoplatónicos y fragmentos de papiro recientemente desenterrados. Uno de estos fragmentos, el papiro de Derveni, demuestra actualmente que al menos en el siglo V a. C. existía un poema teogónico-cosmogónico de Orfeo. Este poema intentaba superar a la Teogonía de Hesíodo y la genealogía de los dioses se ampliaba con Nix (la Noche) como un comienzo definitivo antes de Urano, Crono y Zeus.[6][5]

Los primeros cosmólogos reaccionaron contra, o a veces se basaron en, las concepciones míticas populares que habían existido en el mundo griego por algún tiempo. Algunas de estas concepciones populares pueden ser deducidas de la poesía de Homero y Hesíodo. En Homero, la Tierra era vista como un disco plano flotando en el río de Océano y dominado por un cielo semiesférico con sol, luna y estrellas. El Sol (Helios) cruzaba los cielos como auriga y navegaba alrededor de la Tierra en una copa dorada por la noche. Podían dirigirse oraciones y prestar juramento por el sol, la tierra, el cielo, los ríos y los vientos. Las fisuras naturales se consideraban popularmente entradas a la morada subterránea de Hades, hogar de los muertos.[7]

En el principio, estaba el mundo de hielo Niflheim, y el mundo de fuego Muspelheim, y entre ellos estaba el Ginnungagap, un "hueco profundo", en donde nada vivía. En Niflheim había una fuente de aguas heladas, llamado Hvergelmir (‘caldero rugiente’), que borboteaba, y aquello que caía, lo hacía en Ginnungagap. Al tomar contacto con el vacío se transformaba en hielo, hasta, que al final, el hielo terminó llenándolo. Las ascuas de Muspelheim caían sobre el hielo, creando grandes nubes de vapor de agua, que al llegar otra vez a Niflheim, creaban un bloque de hielo, en uno de los cuales estaba un gigante primitivo, Ymir y una vaca gigante, Auðumbla de la cual se alimentaba Ymir bebiendo su leche. Ésta lamió el hielo, creando el primer dios, Buri, que fue padre de Bor, quien a su vez fue padre de los primeros Æsir, Odín, y sus hermanos Vili y Ve. Ymir era un hermafrodita y sus piernas copularon entre sí, creando la raza de los gigantes solo. Luego los hijos de Bor; Odín, Vili, y Ve; asesinaron a Ymir y de su cuerpo crearon el mundo.

Los dioses regulaban el paso de los días y las noches, así como las estaciones. Los primeros seres humanos fueron Ask (ash, fresno) y Embla (elm, olmo), que fueron tallados de madera y traídos a la vida y dados atributos humanos por Odín junto a sus hermanos Vili, y Ve según Gylfaginning o junto a Hœnir y Lóðurr según Völuspá. Sól es la diosa del sol, una hija de Mundilfari, y esposa de Glen. Todos los días, cabalga a través de los cielos en su carro, tirada por dos caballos llamados Alsvid y Arvak. Este pasaje es conocido como Alfrodull, que significa “gloria de elfos”, un kenning común para sol. Sól es cazada durante el día por Skoll, un lobo que quiere devorarla. Los eclipses solares significan que Skoll casi la atrapó. Está destinado que Skoll, eventualmente, va a atrapar y devorar a Sól; sin embargo será reemplazada por su hermana. La hermana de Sol, la luna, Mani, es cazada por Hati, otro lobo. La tierra está protegida del calor total del sol por Svalin, quien se encuentra entre el sol y ella. En la creencia nórdica, el sol no daba luz, que en cambio emanaba de las melenas de Alsvid y Arvak.

En Völuspá la völva describe el gran fresno Yggdrasil y a las tres nornas (símbolos femeninos del destino inexorable; sus nombres; Urðr (Urd), Verðandi (Verdandi), y Skuld; se relacionan el pasado, presente y futuro), quienes giraban los hilos del destino bajo él.

Religiones modernas

Según la doctrina de la dianética, Xenu (también Xemu) era el dictador de la Confederación Galáctica, que hace 75 millones de años trajo miles de millones de personas a la Tierra en naves espaciales parecidas a aviones DC-8. Seguidamente, los desembarcó alrededor de volcanes y los aniquiló con bombas de hidrógeno. Sus almas se juntaron en grupos y se pegaron a los cuerpos de los vivos, y aún siguen creando caos y estragos.

Los cienciólogos lo conocen como "El Incidente II", y las memorias traumáticas se asocian a éstos como la "Pared de Fuego" o "La implantación de R6". La historia de Xenu es una pequeña parte de la gran gama de creencias de la cienciología sobre civilizaciones extraterrestres y sus intervenciones en acontecimientos terrenales, en conjunto descritos como una obra de ciencia ficción sobre los viajes en el espacio por L. Ron Hubbard, escritor de ciencia ficción y fundador de la cienciología.

Hubbard reveló detalladamente esta historia a los integrantes del nivel "OT III" en 1967. En la historia de Xenu se dio la introducción del empleo del volcán como un símbolo común de la cienciología y dianética, que persiste hasta nuestros días.

Las críticas a la cienciología a menudo utilizan la historia de Xenu en contra suya. La cienciología ha tratado infructuosamente de mantener la historia de Xenu confidencial. Los críticos demandan que la revelación de la historia es de interés público, considerando el alto precio exigido para alcanzar el nivel "OT III". La cienciología sólo enseña esta doctrina a los miembros que han contribuido con grandes cantidades de dinero a la organización.

La cienciología evita hacer mención de Xenu en declaraciones públicas y ha hecho un esfuerzo considerable a mantener la confidencialidad, incluyendo acciones legales basadas en los derechos de propiedad intelectual y en el secreto comercial. A pesar de esto, mucho material sobre Xenu se ha filtrado al público.

Según Claude Vorilhon (en 1973), unos seres que venían en un ovni, procedentes de una civilización de 25.000 años de antigüedad, tuvieron varios encuentros con él y le dieron un mensaje sobre el origen humano. Este mensaje dice que después de la formación de la Tierra, unos seres de otro planeta (los Elohim, que para los raelianos significa ‘los que vinieron del cielo’) crearon a los humanos y al resto de los seres vivos de la Tierra mediante manipulación del ADN e ingeniería genética.

El mensaje dictado a Rael durante su encuentro con los Elohim afirma que éstos enviaron a todos los profetas que establecieron el origen de las principales religiones.

Véase también

Referencias

  1. Brazouski, A. (1994). Children's Books on Ancient Greek and Roman Mythology: An Annotated Bibliography. Greenwood Publishing. pp. x. ISBN 0-313-28973-5.  Parámetro desconocido |otrosautores= ignorado (ayuda)
  2. a b Hesíodo: Teogonía 116–138.
  3. Hesíodo: Teogonía, 713–735
  4. Himno homérico a Hermes, 414–435
  5. a b Betegh, G. (2004). The Derveni papyrus. Cambridge University Press. p. 147. ISBN 0-521-80108-7. 
  6. Burkert, W. (2002). Greek Religion: Archaic And Classical. Blackwell Publishing. p. 236. ISBN 0-631-15624-0. 
  7. Algra, K. (1999). «The beginnings of cosmology». The Cambridge History of Hellenistic Philosophy. Cambridge University Press. p. 45. ISBN 0-521-61670-0. 

Enlaces externos