Achille Funi fue uno de los pilares de la expresión artística italiana del siglo XX y su ciudad prepara una solemne exposición en el Palazzo dei Diamanti en octubre. El pintor nació en Ferrara en 1890 y murió en Appiano Gentile (Como) en 1972. Su vida creativa ocupó, pues, todo el arco más azaroso de la cultura y el arte italianos del “siglo corto”, y hay que reconocer que -dentro de todas las aventuras, reveses, influencias éticas, literarias y políticas- siempre le guió la íntima vocación de cantar la continuidad de la efusión figurativa del alma italiana. La referencia al pilar no es una simple metáfora de utilidad, sino que pretende indicar un papel estructural, como ocurre en la arquitectura, donde tal miembro portante varía en los distintos contextos estilísticos, pero conserva la necesaria tarea de la fuerza que permite reinar al edificio. En esto, la fuente incesante de la obra de Funi era enérgica, coherente, fluidificada por la sangre latina y movida por el aliento mediterráneo.
Antes y después de la Gran Guerra -más allá de las estériles “vanguardias” francesas- el inquieto frenesí del futurismo (no sin verdaderos acentos utópicos), la oscilante búsqueda del realismo mágico, el último puntillismo y el nuevo simbolismo trans-real le pasaron de largo: de todas estas olas bañistas evitó el enredo, recibiendo más bien sus secretos núcleos. La exposición, comisariada por Nicoletta Colombo, Serena Redaelli y Chiara Vorrasi, mostrará claramente la personalidad incondicional de Achille Funi a lo largo de las décadas en las que Italia quiso dotarse de un carácter diferenciado entre los pueblos europeos, y dará testimonio del papel central desempeñado por el artista de Ferrara. Algunos han dicho que de su juventud estetiana siempre trajo consigo el alegre estrabismo de Schifanoia, su visión amplia y luminosa, su optimismo interior y su brillante gama de colores; a nosotros nos parece que también trajo consigo la calma satisfecha de ese personaje de abril, que se sienta con los brazos cruzados, tranquilo en su pensamiento interior, contemplando la alegría de la tierra ducal. Ciertamente, la profecía de Margherita Sarfatti sobre la extensión del campo del impulso creativo de Funi se vio confirmada por su vocación por los frescos sobre grandes superficies, y luego por su nombramiento como profesor para esta aplicación, ahora rara y difícil, en la Academia de Brera: cátedra que ocupó hasta después de la Segunda Guerra Mundial.
El catálogo de la exposición, que promete ser de gran importancia, iluminará los múltiples contextos que acompañaron y reflejaron la fuerte personalidad de Funi. Funi estaba rodeado de conocidos actores de la pintura italiana e internacional con los que se medía sin sumisión. Ciertamente tenía una atención destilada por Cézanne y Picasso y un diálogo riguroso de canto firme con el miticismo imaginativo de De Chirico y Savinio (en cierto modo también ellos de Ferrara) y con la pintura libélica de De Pisis (éste de Ferrara y poeta), siempre necesaria para quien luego tendría que enfrentarse a hazañas caballerescas de ensueño en los metros de Boiardo.
Aquí, la exposición traerá al Palazzo dei Diamanti muchas de sus numerosas obras transportables, pero además de las obras maestras que han marcado las diversas décadas activas del artista -recogidas en sedes europeas- invitará también a observar y disfrutar del “Mito de Ferrara”, es decir, el admirable ciclo de frescos de la Sala dell’Arengo del Ayuntamiento de Ferrara, incluido en sus asombrosos cartones. En este avance nos abstenemos de hacer un recorrido por el vasto espejo crítico que la prensa y la industria editorial les harán, pero sí queremos advertir a los lectores de la fascinación plenificante que les ofrecerá la personalidad de Virgilio Socrates Achille Funi, y que les ofrecerá, como siempre, la bella Ferrara, con su perenne condición de Ciudad de las Maravillas.
Ofrecemos aquí una breve selección de las obras del pintor.
Virgilio Socrates Funi nació en Ferrara en 1890, de padre ya bondeno y madre trabajadora que juntos regentaban una panadería. De los 12 a los 15 años asistió a la Escuela de Arte “Dosso Dossi”, y después la familia se trasladó a Milán. De 1906 a 1910 asistió a cursos de pintura en la Academia de Bellas Artes de Brera con el impecable maestro Cesare Tallone. Estudió anatomía y se interesó por la escultura antigua. Entre 1914 y 1916, se acercó a los futuristas y gozó de la estima de Boccioni; incluso después de la guerra, sin abandonar la vena clásica se midió con los tiempos. En este tránsito, dejó sus dos nombres de pila - Virgilio Sócrates, o “poesía y sabiduría”, expresión conmovedora de la orientación de su padre - para elegir el nombre de “Aquiles”, como signo de fuerza. (Curiosamente, observamos el periodo en que un tal Giuseppe De Chirico quería llamarse Giorgio, su hermano Savinio, y un tal Tibertelli firmaba sistemáticamente como De Pisis). De Chirico se mantuvo fiel a su vocación deamor corporis adhiriéndose al grupo “Novecento” de Margherita Sarfatti entre 1922 y 1924 y desarrollando una búsqueda de nueva nobleza. Así cubriría los veinte años entre las dos guerras, casi con aristocracia desprendida, no lejos de Casorati, y afrontando las ocasiones de una aspiración oculta, la del fresco sobre vastas dimensiones: de la Iglesia de Cristo Rey en Roma, al Palacio Municipal de Ferrara, al Palacio de Justicia de Milán. Ni siquiera le faltó un gran mosaico en la Basílica de San Pedro del Vaticano. Reconocido como Maestro desde 1939, enseñó pintura al fresco en Brera; a partir de 1945, después de la guerra, enseñó y dirigió la Accademia Carrara de Bérgamo, volviendo más tarde a la cátedra de pintura al fresco y a la dirección de Brera. Vivió entonces varios años de actividad, reclamado en diversas ciudades y honrado por la crítica más atenta. Falleció en Appiano Gentile en 1972.
Se agradece a Serenella Redaelli, Anja Rossi, Simone Raddi; al Ayuntamiento de Ferrara y al fotógrafo Gianni Porcellini.
Advertencia: la traducción al español del artículo original en italiano se ha realizado mediante herramientas automáticas. Nos comprometemos a revisar todos los artículos, pero no garantizamos la ausencia total de imprecisiones en la traducción debidas al programa. Puede encontrar el original haciendo clic en el botón ITA. Si encuentra algún error, por favor contáctenos.